Si afirmáramos que la derrota en Bilbao, la eliminación copera en San Mamés, va a venirnos bien para el futuro, estaríamos haciendo un homenaje a Samaniego con su cuento de la zorra y las uvas. Afirmaríamos tras la derrota  que “están verdes”, a sabiendas  de que nadie iba a creernos.

 La verdad es que a todos nos hubiera gustado estar en estas semifinales  ante equipos teóricamente inferiores y más sabiendo que con un VAR llevado por profesionales y no por amiguetes, el penalti a De Jong (claro hasta para los madridistas más recalcitrantes) se hubiera señalado.

Así que hagamos de la necesidad virtud y aceptemos que ya no hay vuelta atrás y que caímos injustamente  luchando hasta el final y dando una imagen de saber a qué jugamos, nos guste más o menos ese estilo, y centrémonos en lo que viene, que en realidad es lo importante.

La lesión de Dembelé nos ha llevado a una nueva versión de “el día de la marmota”, otra vez a esperar al jugador, de nuevo  lesionado y  operado y otra vez medio año sin jugar.

Y el homenaje a Bill Murray  y a su vieja película se repite con  el fichaje de un delantero para sustituir al francés. Otra vez sin dinero, otra vez sin una idea fija, y otra vez  a repetir los mismos errores radiando por un altavoz  las negociaciones.

Ya es triste que tengamos a una caverna ansiosa de sangre, esperando el menor error, para que encima les demos argumentos y les hagamos el trabajo. Ellos como  las hienas de  la película El Rey León, se limitan a reírse y a devorar a la pieza, y la incapacidad de esta Junta directiva es su mejor aliada.

Cómo estará el tema que el 10-1 de nuestras chicas en la final de la Supercopa, en lugar de servir de halago a unas jugadoras profesionales que se dejan la piel en cada partido, ha servido para ningunear el éxito y criticar la excelencia porque esa excelencia les rompe sus esquemas en los que ser mediocre es a lo máximo que deberían aspirar nuestras jugadoras, para no destacar en exceso y molestar al resto.

Pero volvamos a la actualidad.  El sábado el Getafe querrá demostrar que su puesto en Champions no es casualidad y la rivalidad Setién Bordalás, con sus dos estilos antagónicos cumplirá un nuevo capítulo.

Mantenernos en la senda de victorias en casa nos permitiría seguir la estela del líder, al que entre Zidane con su flor y los errores arbitrales de siempre, con o sin tecnología, han colocado líder y máximo favorito.

El nuevo estilo de Setién no nos ha logrado enamorar, al menos de momento, pero hay que admitir que  ahora  sabemos a qué jugamos. Y  lo que es mejor, somos conscientes de  que el equipo y el entrenador creen en ello. Y a esa fe hemos de aferrarnos.

Porque lo  único verdaderamente  imposible es lo que nunca intentas.

Antonio Salcedo @Confiesa1

Colaborador

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